¿A qué edad debería uno empezar a invertir?

Porque las finanzas también son una inversión para toda la vida

El otro día, mientras hablábamos de todo un poco, surgió un tema tan importante como el deporte: las finanzas personales. La inversión en salud es algo que entendemos como un hábito vitalicio, y lo mismo debería suceder con nuestras finanzas. ¿Por qué no ver la inversión financiera como un modo de vida, en lugar de una moda pasajera? Y claro, esto nos lleva a la pregunta clave: ¿cuándo es el momento adecuado para empezar a invertir?

¿Es demasiado pronto para empezar a invertir?

Mucha gente tiene la idea de que invertir es algo “de mayores”, un tema que es mejor dejar para más adelante, cuando uno ya “entienda de dinero”. Pero la realidad es que cuanto antes empieces a invertir, más tiempo tendrás para beneficiarte del interés compuesto. ¿Y qué es eso? Pues bien, el interés compuesto es simplemente ganar intereses no solo sobre el dinero que has invertido, sino también sobre los intereses que ya has ganado.

Para entenderlo mejor, pongamos un ejemplo:

Imagina que inviertes 1.000 € a los 18 años en un fondo que genera un 6% de interés anual.
A los 28 años, esos 1.000 € se habrán convertido en 1.791 €.
A los 38, serán 3.207 €, y a los 68, ¡esa pequeña inversión inicial habrá crecido hasta alcanzar los 16.000 €!

Esto es lo que se llama el “efecto bola de nieve”: cuanto antes empieces, más grande se vuelve la cantidad invertida con el tiempo. Sin embargo, para que este efecto funcione, lo ideal es tener buenos hábitos financieros desde el principio. Y aquí es donde entra el papel de los padres.

Educar en finanzas desde casa

Hablar de dinero con los niños a temprana edad no significa complicarlos con temas financieros de adultos, sino introducirles poco a poco en conceptos básicos como el ahorro, la planificación y las metas. En lugar de regalarles todo lo que piden, los padres pueden incentivar que ahorren una pequeña parte de sus regalos o de su paga para un fin concreto, como comprar algo que desean.

A medida que los niños crecen, los padres pueden incluirles en conversaciones financieras más complejas y hablar de cómo funciona la inversión, las posibles opciones (como fondos de inversión, bonos o acciones), y explicarles qué es el riesgo y cómo diversificar para reducirlo. Incluso pueden empezar a invertir juntos en una cuenta a nombre del menor, donde las decisiones se tomen en familia.

Ejemplos de inversiones para principiantes

  • Cuentas de ahorro para niños: Empezar con una cuenta de ahorros ayuda a los niños a ver cómo se acumulan los intereses.
  • Fondos indexados: Son fondos de bajo coste y riesgo moderado, que permiten diversificar y son ideales para principiantes.
  • Plataformas de microinversión: Existen apps que permiten hacer microinversiones en acciones o criptomonedas, con pequeñas cantidades, lo que facilita entender el funcionamiento de los mercados.

¿Y si empezamos tarde?

No pasa nada. La clave no es la edad en la que se empieza, sino hacerlo de manera constante y mantener el hábito. Invertir, al igual que el deporte, es una inversión en nuestra calidad de vida futura. Además, no es necesario empezar con grandes cantidades: el verdadero valor está en la constancia y en ir adaptando la estrategia a medida que aumentan nuestros conocimientos y experiencia.


En resumen, no hay una edad en la que sea “demasiado pronto” para empezar a invertir, igual que no hay una edad para cuidarse físicamente. La educación financiera es un regalo que los padres pueden dar a sus hijos para ayudarles a formar hábitos sólidos desde pequeños, y el poder del interés compuesto puede transformar incluso una pequeña cantidad en algo significativo con el tiempo. Así que, ¿por qué no empezar hoy?

[sendpulse-form id="1645"]