¿Hay una edad para dejar de cuidarse?

El pasado fin de semana estaba tomando unas cañas con amigos, mientras hablábamos de lo humano y lo divino, en fin, arreglando el mundo como solemos hacer. Y, de repente, ¡zas! Empiezan a meterse conmigo porque estoy “demasiado flaco”. Yo, claro, les respondí que estar en forma no me sale gratis: mi trabajo, mi tiempo y mi esfuerzo me cuesta. Controlar lo que como, hacer ejercicio todos los días… hoy en día, sinceramente, es mucho más fácil ser gordo que flaco. Y ahí, entre risas y bromas, surgió la pregunta: ¿Y hasta cuándo piensas cuidarte?

Me dejó pensando. Porque, para mí, esto no es una fase. Comer bien, dormir lo que puedo y, sobre todo, moverme a diario, es simplemente mi forma de vivir. ¿Es que hay una edad para dejar de cuidarse? O, al contrario, ¿a medida que sumamos años no es aún más importante seguir en este camino?

¿Por qué el ejercicio debería ser para toda la vida?

Primero, digámoslo claro: el ejercicio no es solo para “mantenerse en forma”. Es para vivir mejor. Está demostrado que la actividad física diaria ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, a mantener los huesos y las articulaciones en buen estado, a mejorar el estado de ánimo, e incluso a retrasar el deterioro cognitivo. Es decir, cuanto más nos movemos, más nos ayudamos a vivir mejor y con más calidad de vida.

Y no se trata de machacarse en el gimnasio todos los días (aunque si te gusta, ¡adelante!). Con 30 minutos diarios de actividad, ya estamos haciendo mucho más que la mayoría. Lo importante es ser constante y disfrutarlo.

A medida que envejecemos, el ejercicio cobra aún más valor

A los 20, todos nos sentimos inmortales. Pero a los 40, 50, 60… empezamos a darnos cuenta de que el cuerpo pasa factura. Y es justo en esa etapa cuando el ejercicio puede marcar una gran diferencia. Mantener los músculos activos, por ejemplo, previene caídas y nos da autonomía. Además, es una gran forma de socializar y, con el tiempo, ¡nuestro cuerpo lo agradece!

Cómo integrar el ejercicio en la vida diaria

Hay mil maneras de incorporar el ejercicio en la rutina. Aquí van algunas ideas sencillas:

  1. Caminar siempre que puedas. No subestimes el poder de una caminata rápida. Cada paso cuenta.
  2. Sube escaleras. Las escaleras son gratis y nos dan un buen entrenamiento cardiovascular.
  3. Ejercicios de fuerza. No hace falta un gimnasio; con una rutina de pesas ligeras o incluso con el peso de tu propio cuerpo, puedes hacer maravillas.
  4. Estiramientos. La flexibilidad es clave, y con los años se va perdiendo si no la cuidamos. Unos pocos minutos al día son suficientes.

¿Hasta cuándo hay que cuidarse?

Pues la respuesta es sencilla: ¡para siempre!. No es una moda ni una obligación; es una elección para vivir mejor y con más energía. El ejercicio diario es como el combustible que nuestro cuerpo necesita para disfrutar cada día al máximo. Cuidarse, al final, es el mejor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos, y la edad solo debería reforzar esa determinación.

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